• "Te lo digo porque te quiero" repite mi madre mientras observa en el espejo con un poco de pena mi figura rolliza y deforme. No comprende todavía por qué la sonrisa se me conserva intacta en el rostro y cómo es que con la cara rellena me resalta más todavía el brillo negro de los ojos. No hay caso. Todavía no encuentra la manera de convencerme de que coma las cuatro comidas diarias y sin tantos hidratos de carbono. Yo tampoco encuentro la manera, quizás principalmente porque no quiero encontrarla. Según el día en que me mire en el espejo, me parecen perfectamente colocados los kilos de papas fritas cargados encima de mi cuerpo o quizás a veces un poco de más, pero no lo suficiente para hacer algo al respecto que no sea abrir otro paquete. Te lo digo porque te quiero. Te lo digo porque te quiero. Te lo digo porque te quiero. La voz de mamá martila en la cabeza. Y es cierto, ella me quiere. Y yo también las quiero. La quiero a ella y a la que me sonríe del otro lado del espejo. Me tira un beso. Se despeina. Se acomoda la abertura del escote. Se calza el jean y se mira la cola. Se maquilla los ojos de negro. Me tira otro beso y se va, con un paquete de papas fritas en la mano a reírse de todo y de todos, empezando por ella misma. •
L.A
L.A
3 voces se mezclaron con mi voz:
y qué sano entender que los padres nos quieren como pueden querernos, aunque casi nunca coincida con cómo queremos que nos quieran o cómo lo necesitamos.
y lo más valioso es "la sonrisa se me conserva intacta en el rostro".
un beso
El amor de los padres, por mas que a veces sean injustos... es lo mejor ♥
Me encanto el texto. Me hizo acordar a que hace unos minutos me baje un coso de papas fritas Pringles. Y bueee, ya fue. El mundo se puede acabar y yo no las habia comido!
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