Es en la ausencia de palabras donde me siento más extraviada. Más perdida de mí, más errante. Nunca duele tanto el amor, nunca acecha tanto la soledad si hay una palabra azul para pintar un sentimiento, una imagen poética para decir "tengo miedo" o un susurro en forma de letras para recordar que lo extraño.
¡Ay! Si pudiera ir a buscar las palabras... si pudiera caminar hasta el kiosco de la esquina y pedirle al muchacho de los ojos verdes un paquete de palabras para escribir un poema. "Deme palabras para llorar, palabras para extrañar a un amor, palabras para celebrar un día de lluvia, palabras para vestirme de negro y asistir al funeral de mi cumpleaños".
Denme palabras, que las perdí y no se dónde. No las tengo en la boca ni en los bolsillos. No las tengo en el ombligo ni se caen por el surco entre mis pechos. Palabras perdidas quién sabe dónde. Extraviadas ayer nomás, hace unos meses. Y ahora ando yo vagando tras las letras con la red en mano. Perdida, tan perdida como ellas.
De a poco me voy despojando para escribir más liviana. Ya me saqué una pulsera de la mano izquierda. Luego unos aros de latón redondos. Pronto acabaré desnuda, tirada sobre el suelo, desparramada como una estrella, abierta como una flor, con la lapicera en mano, llorando. Buscando los nombres, los verbos, los adverbios. Buscando en los recodos de mi cuerpo las palabras extraviadas. Palpando a ciegas, recorriendo con la yema de los dedos la tersa superficie de mi piel, abriendo la boca de a ratos, esperando que escape alguna palabra atragantada.
Mi cuerpo se ha enmudecido. Ha logrado sintetizar todas las letras en modo subcutáneo. Tanto... que me voy quedando dormida... entrecerrando los ojos y dejando escapar la lapicera de mi mano abierta. Mi cuerpo se contae, se oclusiona, se tensa hasta acabar dormido... y luego al rato despierta, desnudo. Desnuda de palabras.
¡Ay! Si pudiera ir a buscar las palabras... si pudiera caminar hasta el kiosco de la esquina y pedirle al muchacho de los ojos verdes un paquete de palabras para escribir un poema. "Deme palabras para llorar, palabras para extrañar a un amor, palabras para celebrar un día de lluvia, palabras para vestirme de negro y asistir al funeral de mi cumpleaños".
Denme palabras, que las perdí y no se dónde. No las tengo en la boca ni en los bolsillos. No las tengo en el ombligo ni se caen por el surco entre mis pechos. Palabras perdidas quién sabe dónde. Extraviadas ayer nomás, hace unos meses. Y ahora ando yo vagando tras las letras con la red en mano. Perdida, tan perdida como ellas.
De a poco me voy despojando para escribir más liviana. Ya me saqué una pulsera de la mano izquierda. Luego unos aros de latón redondos. Pronto acabaré desnuda, tirada sobre el suelo, desparramada como una estrella, abierta como una flor, con la lapicera en mano, llorando. Buscando los nombres, los verbos, los adverbios. Buscando en los recodos de mi cuerpo las palabras extraviadas. Palpando a ciegas, recorriendo con la yema de los dedos la tersa superficie de mi piel, abriendo la boca de a ratos, esperando que escape alguna palabra atragantada.
Mi cuerpo se ha enmudecido. Ha logrado sintetizar todas las letras en modo subcutáneo. Tanto... que me voy quedando dormida... entrecerrando los ojos y dejando escapar la lapicera de mi mano abierta. Mi cuerpo se contae, se oclusiona, se tensa hasta acabar dormido... y luego al rato despierta, desnudo. Desnuda de palabras.
L.A
5 voces se mezclaron con mi voz:
increible...
alguna vez oiste del libro estrafalario?. Me hiciste acordar a él. Un cuento q leí de chiquita y entendí de más grande. Un hombre que inventaba palabras y se las daba a las cosas. A esto naranja, a esto lapicera, a esto ojalata. Y así fue, como obviamente una niña llega a la ciudad (una niña ya no tan niña, una mujer) y él se enamora perdidamente de ella.
Se le acerca y la mira y se da cuenta que de tanto inventar se quedó vacio de palabras. Se escapa entre enojado y apenado, un tanto avergonzado y comienza reclamar cada una de las palabras que habia regalado para dar nombres... Y se vuelve acercar a la chica y le dice "usted tiene una nariz de mandarina turquesa" (un disparate asi, no recuerdo exactamente) El sale corriendo, ahora tenía tantas palabras que se le habían mezclado todas...
Para todo esto en el pueblo la gente indicaba: 'me alcanza eso' 'quiero un kilo de eso de alla' Y nadie entendía nada. Se vuelve el inventor a devolver las palabras. Pero solo prestadas, asi podía él también usarlas. Y la muchacha se da cuenta que nadie le dijo nariz de mandarina y se dio cuenta que le gustaba...
y luego seguro paso algo más que excede mi memoria. Mañana veo de leerlo y lo cuento bien...
esta en el fondo... creo..
Deja vu... tenemos un espacio menos... pero salieron cosas copadas de alla...
Esta es una de ellas...
Hermoso nena... pero me siento medio ridicula re-firmandote lo que ya te firmé, jajaja.
Asi que digo PRESENTE!!! con la mano arriba.
Besotes bella!!!
palabras, que van, vienen, nacen, caen y se pierden en palabras. Así otra vez vuelven a ser palabras, que nacen, caen y se pierden
Un beso grande Lola.
Es hermoso... ahora yo pienso, si ante la escasez de palabras logras esto, ¿que lograrías en la abundancia de las mismas? Seguramente, algo increíble.
Y a decir verdad, me dejaste sin palabras, quería escribirte algo lindo, pero no puedo, lo siento… volveré cuando las palabras regresen a mi garganta anegada.
Hasta pronto.
tengo ganas de leerte y necesidad de leerte. llego la carta aunque la dirección no muy clara si me puedes mandar la dirección de tu casa. sería perfecto.
Gracias...por escribir, de verdad gracias.
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